miércoles, 31 de diciembre de 2008

Crisis global, el producto de la avaricia

Las economías del mundo fueron impactadas en el 2008 por una crisis financiera que inició hace un año en EE. UU., producto del derrumbe de un castillo de ganancias ficticias.

Aumento de precios, quiebras de megaentidades financieras, así como una menor producción y desconfianza fueron algunos efectos de la crisis que, según los analistas, podría mostrar su peor rostro durante el primer semestre del 2009.

La génesis de la crisis tuvo lugar en EE. UU. cuando el haber otorgado préstamos a manos llenas a personas sin capacidad de pago, principalmente para compra de viviendas, pasó la factura y se hizo insostenible para las entidades que no podían recuperar su dinero.

Esa situación surgió, entre otras cosas, por la creación de incentivos a altos ejecutivos de entes financieros, según resultados, lo que trajo consigo la manera de “inflar” las ganancias para obtener millonarios ingresos.

El inicio de la crisis

Según un análisis de la firma Arévalo Pérez, Iralda y Asociados, los bancos en EE. UU. cobraban intereses bajos, entonces surgió la idea de otorgar préstamos más arriesgados, cobrar más y aumentar el número de clientes.

Fue así como se ofrecieron hipotecas a clientes sin ingresos fijos ni empleo, sin propiedades ni garantías, y les cobraban más intereses por el riesgo, lo que se conoció como subprime (de alto riesgo).

“Llenos de entusiasmo decidieron conceder créditos hipotecarios por un valor superior al de la casa que se compraba, porque presumían que la vivienda subiría de precio en pocos meses”, comentó Hugo Arévalo, de la firma Arévalo Pérez, Iralda y Asociados.

Sistema complejo

Durante unos años, el deudor pagaba los plazos de su hipoteca y como les habían prestado más del valor de la vivienda, la modificaban, adquirían autos en algunos casos, e inclusive habían salido de viaje.

Sin embargo, al otorgar muchos préstamos hipotecarios los bancos redujeron su dinero y acudieron a bancos extranjeros para obtener préstamos. Pero no podían depender de ese recurso ya que las normas bancarias internacionales no se los permite.

De esa cuenta inventaron un nuevo modelo, llamado titularización, que consiste en crear paquetes llamados MBS (en inglés), una mezcla de cartera buena con la mala, y los venden para reforzar sus activos y disminuir el reporte de préstamos otorgados, con lo que cumplen con las normas de EE. UU.

Los compradores son filiales llamadas Conduits, que no tienen obligación de reportar sus acciones conjuntamente con los bancos, los cuales obtienen dinero de entes internacionales.

También contratan servicios de bancos de inversión para colocar en financieras, sociedades patrimoniales y aseguradoras, entre otros, para colocar los MBS.

Posteriormente deciden unir MBS en más paquetes, unos con buena cartera, otros regular y malos, con la oferta de que si las personas no pagan en los malos, se usaría lo obtenido en los buenos para nivelar y obtener buenas notas por las calificadoras de riesgo; esos nuevos instrumentos fueron llamados CDO (en inglés).

“Los institutos de investigación económica le llaman a eso magia financiera”, añadió Arévalo.

Los bancos continuaron creando paquetes con diversas ofertas y modalidades de pago.

Miopía financiera

Tomás Rosada, consultor de Centroamérica ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), calificó como “miopía” el no haber detectado lo que sucedía.

“Es miopía de los hogares al sobreendeudarse más allá de sus capacidades de largo plazo, de los bancos al diseñar sistemas de incentivos que premiaban colocación de carteras y no tanto calidad, de la banca de inversión que agrupaba paquetitos de activos que después resultaron tóxicos”, explicó.

También consideró que las calificadoras de riesgo fallaron en su trabajo al “darle largas a una burbuja que tenía que reventar”.

La brusca caída

La caída surge cuando a principios del 2007 los precios de las viviendas en EE. UU. se desplomaron y las personas al ver que pagaban mucho más de lo que valdría su vivienda, decidieron no cancelar el adeudo.

Al observar ese comportamiento ya no se vendieron los MBS o CDO, ni ninguno de los otros “paquetes”.

“En ese momento los inversionistas perdieron su dinero y nadie sabía dónde estaba”, explicó Arévalo.

Al quedarse los bancos sin fondos, acudieron a los bancos internacionales a solicitar préstamos, que les fueron negados, ya que éstos eran más cuidadosos.

Las acciones de las empresas también cayeron, y con ellas las bolsas de valores de diversas partes del mundo.

El siguiente paso fue la quiebra de gigantes financieros, una vez ícono de la prosperidad y solidez de la economía estadounidense, lo que ocasionó un efecto dominó que se extendió a otras latitudes, como Japón y Europa.

El Gobierno de EE. UU. salió a otorgar dinero para tratar de evitar una mayor crisis, posteriormente otros sectores anunciaron quiebras y caídas a nivel mundial y los bancos centrales del mundo continuaron con la inyección de capitales.

Alcanza a los alimentos

Según analistas, los inversionistas no tenían dónde colocar su dinero debido a la incertidumbre reinante, y lo más seguro era la compra de materias primas a futuro, como petróleo, maíz y trigo, entre otros.

Con esa especulación los precios de esos bienes se elevaron a niveles históricos, lo que también impactó en las economías mundiales, principalmente por el petróleo, que empujó desde el transporte hasta fertilizantes y químicos usados para alimentos.

Estados Unidos, con el afán de aliviar los efectos causados por el alza, volteó sus ojos hacia los combustibles verdes, como el etanol y el biodiésel.

Sin embargo, la materia prima para ambos son cultivos, como maíz, que se encareció e hizo que algunos productores de otro tipo de cultivos como la soya se cambiaran, y hubo una menor producción.

El resultado de la crisis es mayor cautela de los bancos para otorgar préstamos, menor liquidez (dinero) disponible, recesión en la Eurozona y EE. UU. y un menor crecimiento económico a nivel global.

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